URPI DEL MAR NEGRO
por Juan Esteban Yupanqui Villalobos
Pequeña paloma de los
tercios tracios
Con tu pelo desenvuelto al
viento
Arropas mi pecho que te
extraña
Que siento en mi pecho el
palpitar
Lejos de tus vuelos, hoy
quiero ya regresar
Con mis alas de cóndor
batir
El cielo azul y arar en la
nieve
Para surcar la lejanía de
mi dolor
Aquel color del dolor que
me sienta
A ver en mi mente tu
sombra
Con los besos de
bella urpi
Que surca todos mis vuelos
Regreso más pronto de mi
misión
Para sentir el aletear en
mi corazón
En mi alegría de mis
sueños de niño
Que tu alimentas sin
apresurar
El tiempo de mi alegría
de verte sonreír.
Levanto mis alas, para
batir
Con el silencio de las
nieves
De los nevados de mi
pueblo, tu pueblo
Con el tañir de nuestras
roncadoras
Tambores del pueblo inca
Que resuenan en las
cumbres
Que solo atisbo por el
alcázar
De mi viento de la pampa
tumpi
Que resueltos se dan a la
mar
Pescando la carga del día
para vivir.
No he dormido para soñarte
despierto
Con mis ojos negros y mi
pelo despeinado
Con mi humanidad cansada
del viaje largo
Al regresar a mi heredad y
ver lo mismo de siempre
Ver a mis hermanos
hundidos por el explotador
Luchando brazo a brazo
para mantener
A sus hijos con la madre a
cuestas
Con el dolor de no poder
vivir sin libertad.
No vayas tan de prisa en
la vida, decía tata Noé
No voy de prisa mi amado
Tata
Hago lo que dice mi padre
que me dijo
Al costado de su tumba
Que enmudecida me abrió
al mundo
Con la pequeña Julia,
nuestra madre
Y sus pequeños hijos
Que sin sucumbir nunca
arriaron las banderas
Ellas que enarboló
y murió nuestro padre
Con alegría y dolor de
madres, la nuestra
Y mucho la de él.
Aún recuerdo el camino de
las cumbres
De nuestros amados cerros
De sus profundas quebradas
Del saltar de las llamas
El hociquear de los
guanacos
Del sonido del gurrupear
de los osos
Que de niño me embelesaba
jugar
Con mis alpaquitas, con
mis osos
Todos a rondar con la
tierna voz
De nuestra madre mayor,
abuela nuestra.
Donde van pequeños pumas,
de mi vida
Que en mis faldas sentía
su calor
Sus lamidas que curaban
mis heridas de vida
De soledad en un infierno
cruel
Que quizás tanto me
equivoque,
A donde van, solícitos
para escuchar en sus oídos
Mi eterna voz de Sapa Apu
que soy!
Debo caminar para regresar
a donde
El amor me espera ya
Presuroso con su miel
resumiendo
Con su calor oliendo a
tierna mujer
Con sus brazos
ardiendo de amor siempre.